Repensar la
institución educativa.
Una propuesta
curricular es un sistema consciente de relaciones entre profesores y
estudiantes alrededor de las necesidades de aprendizaje, los contenidos, las metodologías
y la evaluación de resultados. Por lo tanto, el aula de clases es sólo un
componente, un ambiente que facilita la experiencia curricular. El aula ideal
de clases (el salón en una escuela, la plataforma zoom, la granja agrícola, la
sala de cirugías, etc.) depende de los componentes señalados (objetivos,
contenidos, métodos) y de las particularidades y condiciones socio-económicas y
culturales de los participantes del proceso de formación.
La educación de
calidad debe llegar a jóvenes cuya actividad principal es el estudio, pero
también debe atender a los campesinos, a las personas que trabajan en el día y
deben estudiar en la noche, a las personas con limitaciones físicas (de
movilidad, auditivas, de la vista, etc.). Frente a necesidades tan diversas,
las mediaciones virtuales son una excelente herramienta que complementa
(siempre) o sustituye (en muchos casos) a la
educación que se puede realizar en encuentros presenciales.
Si bien, hay
actividades de aprendizaje que deben llevarse a cabo en escenarios
especializados (el hospital, la granja, la obra de construcción), también es
verdad que la virtualidad no se reduce a una comunicación en línea entre
estudiantes y profesores (la video-conferencia). La virtualidad en la educación
tiene que ver con el acceso y uso de información pertinente producida por toda
la humanidad (bases de datos, virtualtecas); el uso de softwares y simuladores
especializados para diferentes actividades sociales y económicas; y la
co-creación de conocimiento en red (comunidades de conocimiento).
Con seguridad los
encuentros en el campus físico de una universidad tienen un sinnúmero de
bondades para el aprendizaje y la co-creación de conocimiento, entre otras,
gracias a los efectos emocionales que puede tener el contacto personal y la
comunicación face to face. Pero, eso no significa que los
encuentros en línea, al igual que la comunicación asincrónica, no puedan
ofrecer otras ventajas en el proceso de formación. La comunicación en red tiene
una mayor cobertura (estudiantes con dificultades de movilidad), acerca al
diálogo a profesores extranjeros (calidad sin costos de desplazamiento) y a
estudiantes de otras regiones y países (interculturalidad).
En síntesis, las
fortalezas de la virtualidad o de los campus universitarios en los procesos
educativos no son fuente de antagonismos. La educación de calidad en la
actualidad debe asegurar que el acervo de conocimiento de la humanidad se
preserve y ello incluye las capacidades desempeñarse en red y convivir en un
mundo multicultural.
Las
particularidades de los saberes especializados (las ciencias
puras, las ciencias sociales, las tecnologías, las técnicas, las humanidades,
la estética), las condiciones socio-económicas de los estudiantes, el
desarrollo de las didácticas por parte de los pedagogos y
los retos de futuro, deben ser los factores que determinen la
combinación ideal de mediaciones (presenciales y virtuales) para asegurar una
amplia cobertura educativa con calidad.
En cambio,
estamos en mora de revisar los calendarios rígidos, los contenidos
excesivamente estandarizados que desconocen las particularidades del
estudiante, las metodologías tradicionales y unidireccionales que aún
acostumbran muchos docentes y las evaluaciones “enciclopedistas” que verifican
la asimilación de contenidos pero no las capacidades o competencias que deben
desarrollar los estudiantes para vivir en esta compleja sociedad del
conocimiento: aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a preguntar,
aprender a debatir, aprender a conocer y respetar la diferencia, aprender a
descubrir, aprender a co-crear…
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